EMILIO GOMEZ QUINTANA, POETA CANTABRO.
'Stay yet awhile! speak to me once again;(Poema Adonais de Percy B.Shelley)
Estos días de descanso navideño he vuelto a releer a Percy B.Shelley, sobre todo algunas estrofas del poema “Adonais”, sin duda uno de los más bellos de la poesía europea, dedicado por él a la muerte del igualmente extraordinario poeta romántico inglés, John Keats, fallecido en Roma en 1821, a los veinticuatro años y, a decir de Shelley en la introducción a la edición londinense de su poema,” a causa del dolor que le produjeron las mal intencionadas críticas vertidas en Inglaterra sobre su poema “Endymión”.
Decidí iniciar mi visita al poeta Emilio Gómez con el verso arriba escrito, no añorando su desaparición personal, por supuesto, sino deseando que siga residiendo felizmente en su pueblo Cabezón de la Sal, en Cantabria, lamentando que durante algún tiempo haya cesado de publicar sus poesías en la red, debido al agobiante trabajo que está realizando profesionalmente, imprescindible para seguir viviendo en esta terrible época de penuria laboral y económica que estamos padeciendo en nuestro país.
Tampoco el verso nada tiene que ver con que de mi crítica pueda deducirse irremediables consecuencias para la salud del poeta. Por el contrario, lo he elegido para enviarle un mensaje de ánimo con objeto de que nuestro querido y admirado poeta pueda reincorporarse con toda vitalidad cuanto antes a su trabajo poético y podamos recrearnos con su obra.
Siempre he pensado que nosotros somos el reflejo de algo. Somos seguramente un rapidísimo reflejo de una llama creadora, o un chispazo de vida bioquímica que se integrará en un tiempo dado en la inmensidad del espacio. Por eso no moriremos sino que seremos reflejados por lo que hayamos realizado en el corto relámpago de nuestra vida.
Habiendo leído con asiduidad las poesías de Emilio Gómez en la red y releído despaciosamente su obra, considero que su relámpago creativo durante treinta años ha merecido sobradamente mi dedicación a su lectura. Por ello, dado que ahora la publicación de su obra ha cesado por el momento, recurro a unos versos del poeta Charles Baudelaire (Spleen e Ideal – La musa enferma) para tratar de que su dedicación laboral no frene su creación poética:
Quisiera que exhalase un olor de salud
tu frente, siempre llena de sanos pensamientos,
que tu sangre corriera en efluvios normales
cual sones abundantes de sílabas antiguas,
en donde sólo reina el padre de los cantos,
Febo y el grande Pan, señor de los trigales.
Este cese momentáneo de su apertura a la red puede deberse por otro lado a esa ansiedad de silencio, de recogimiento personal que podremos observar a lo largo del recorrido de su obra, como puede leerse en los versos de uno de sus sonetos de “raíces del destino”:
Le robaré un minuto a la alegría
y después, como un quijote, vagando,
regresaré a mis cuarteles de invierno.
Entre las razones que me han movido a publicar esta reflexión sobre la poesía en la red quiero destacar que la principal es meditar yo mismo sobre los poemas publicados y profundizar sobre la repercusión de la materia poética que se me ofrece sobre mi propia personalidad. Las lecturas rápidas, unas veces me apasionan y otras me conturban, dependiendo de mi estado de ánimo. Por tanto, si realizo una reflexión general aclarando esa materia poética, lograré acercarme a mis amigos los poetas con el mensaje que firma Emilio en uno de sus sonetos de “Testamentario”:
Libre eres de quedarte o bien de irte
que aunque tú no querrás prestar oído
mis manos están aquí para escribirte.
La obra poética de Emilio viene a condensarse en su libro “Nace tu cuerpo en mis labios” que se desglosa en diez capítulos cuyo tema central es el amor hacia la mujer soñada. El poeta parte de la ”sombra de un sueño”, del amor imposible hacia la mujer amada que recuerda intensamente con un amor honesto y puro al cabo del tiempo, como se expresa en un pareado de “Cercos de sombra”:
A flor de piel en lápidas de acero
A flor de piel te quise y más te quiero
Conviene aquí precisar que, desde un punto de vista formal, su poesía es una búsqueda de las formas, que gusta investigar, desde el verso libre hasta el verbo medido, utilizando, pareados, cuartetos, octavas reales, romances y, especialmente sonetos, que domina con maestría, aunque él, en algún comentario, ha dicho:¨”soy autodidacta en todo, maestro en nada”.
La mirada en la poesía de Emilio viene a ser una contemplación de la vida real, tanto en el pasado como en el presente. No es ese mirar especulativo y metafísico que viene usándose desde los griegos. Sí en cambio me recordaría la mirada romántica de estos versos de Paul Géraldy (Poema El Umbral de Poemas de Amor y Románticos)
Sí, ahora eres digno de la vida.
Hasta ella te ha elevado
tu soñar doloroso de adolescencia, como
una oración que pide lo que ignora.
Me acostumbré a su ser
a su canción, a sus labios y a su voz
a su vida en mi vida, a su dulce mirada,
a sus gestos de niña traviesa,
a sus ojos y a su amor
Para luego convertirse en un sentimiento desgarrador y triste:
Después todo fueron recuerdos,
como un gran fuego abrasador,
devastador de sueños,
destruyendo silencios, afanes, pasión…
y al final evocar el amor a su amada:
Hoy no queda más
que unas pocas cenizas
que nunca volverán a arder.
En sus poesías suenan a veces ecos difusos de autores como Quevedo, Lope, Miguel Hernández, Mario Benedetti, Angel González, César Vallejo, José Hierro, José Angel Valente y León Felipe, lo que evidencia a un gran lector de poemas en las tardes y noches de su querida Cantabria.
El mismo manifiesta:
¿Adocenado? Nunca. ¿Fiel?, me callo.
Entre cegajoso y quevediano,
Soy terca torcedura del destino.
No sólo acaricia Emilio su palabra con rigurosa fonética y bien medida armonía, sino que se transparenta en sus versos un sentido musical de medida clásica, manifestando su desolación en uno de los sonetos de Testamentario:
soy canto mudo, triste ruiseñor
Pero la pérdida de su amor soñado, el vacío que le produce su ausencia definitiva y la incertidumbre de su realidad vital llega a desarmar su fortaleza y se sitúa al borde del abismo en su soneto autobiográfico:
Camino y no camino, voy y vengo,
y viendo siempre el vaso medio lleno,
al borde del abismo me detengo.
No hay pues, ahora, deslumbramiento sino desesperanza. Es una sensación total de tristeza y de añoranza que se respira en todas sus poesías. Hay soledades, hay vacíos, penumbras y noches solitarias de radio y de frío. Asi manifiesta en uno de sus preciosos sonetos encadenados:
Pasiones y ternuras ¿dónde estáis?
aunque bien fantasmales hoy seáis,
me sois tan necesarias como el pan.
Sus poemas tienen sensibilidad, pero esta sensibilidad no es exagerada; es más bien una expresividad triste, melancólica, pero siempre sujeta a la reciedumbre poética, sobreponiéndose el espíritu, etéreo y creativo al verso medido, a la palabra exacta.
En el capítulo Brevedades , sin abandonar nunca "la sombra de un sueño que soñara" (José Hierro) escribe unos versos escuetos muy bellos:
Como el viento
que mueve
las hojas de los árboles.
Como la brisa
que acaricia la suave y verde hierba.
Así somos…
tú, la hierba…yo el viento.
Algún tratadista ha dicho que existe un cierto acuerdo en que en la cultura española no predomina demasiado la especulación abstracta, la pura fruición en las esencias intemporales.
En mi opinión, en la cultura española sí existe el deslumbramiento etéreo, la materia poética inabarcable; lo que ocurre es que el desbordamiento del corazón del poeta es tan arrasador, que existe en los poetas españoles un temor a que su poesía no sea comprendida y por lo tanto aceptada por los lectores y tratan de matizar la presencia de su materia poética.
Esa quizás sea una de las razones por las que el poeta Emilio Gómez Quintana esconda su enorme sustancia poética, aunque no siempre lo logre como en este magnífico soneto de su capítulo" Raíces del destino" que me resisto a no publicar:
Cuarteles de invierno.
Dejaré para luego los asuntos
que me enturbian en esta madrugada,
pues no quisiera despertar por nada
ni a los vivos, ni menos a difuntos.
Querer y no querer van siempre juntos,
la calma en tempestad, la marejada,
mar sin olas, insomne noche ajada,
amores, desamores, ¡siempre juntos!
No hallaré mejor hora en este día
para andar mis miserias recontando
que este casi alba, que este casi infierno.
Le robaré un minuto a la alegría
y después, como un quijote, vagando,
regresaré a mis cuarteles de invierno.
Esta soledad, este recuerdo amoroso soñado que impregnan toda su obra, no impiden que descargue su humor, casi siempre ácido y muy inteligente, en numerosos versos. Como en las cuartetas “Veinte años + o –“
Con mucho gusto, y si por mí fuera
veinte años me borraba del alma,
pero ahora que lo pienso con más calma…
“si veinte años menos yo tuviera,
También ella de menos los tendría:
‘oh no, vaya faena, qué terquedad!
yo…apenas con su propia edad,
y ella…¡en pañales todavía!”
Pero este humor no le satisface, porque siempre está presente su amor perdido y cree humor lo que es realmente tragedia:
Vengan tormentas tórridas conmigo,
mil sapos y culebras, maldiciones,
y también, si existieran, cien dragones,
trágueme la tierra si no desdigo.
Incluso utiliza un lenguaje convencional para terminar el ciclo de su desesperanza. Así, dice en su soneto “Ya me cansé”
A partir de mañana seré un vago;
Del sofá ni de coña me levanto,
Con un vaso de vino, adiós al llanto.
¡Ah, este año los impuestos no los pago!
Quizás en una línea parecida a la de Valle Inclán en su famoso testamento:
Caballeros, salud y buena suerte,
da las últimas luces su candil´
ha colgado la mano de la muerte
papeles en mi torre de marfil.
La escasez crítica respecto a los poetas de la red contribuye, en cierta manera, a que los poemas publicados suelen salir perfectamente acabados, sin nada que descifrar, ni apenas una alusión encomendada a la cultura literaria del lector. Normalmente no se percibe ese deslumbramiento, esa ráfaga, ese destello creador en sus poesías. Con pequeñas excepciones, los comentarios que se dirigen los poetas de la red entre sí suelen ser laudatorios, muchas veces sin haber comprendido el sentido de la poesía elaborada. Estos comentarios se hacen con la idea de fomentar el ánimo de aquellos que publican y se piden inconscientemente respuestas recíprocas. Esto, por un lado, es positivo, porque ayuda a los creadores en su ánimo de integrar su trabajo en la red. Pero ocurre que, salvo en algún caso, una crítica veraz sobre la palabra escrita o una opinión personal veraz no son bien recibidas, aunque se emitan a través de las web para evitar que los demás lectores intervengan en la crítica realizada.
En la poesía de Emilio, en general, se destapa ese destello poético, como en el soneto
“Preguntas sin respuesta”
¿Qué razón argumentará el sentido
para justificar una traición?
¿Qué figura esculpió el punzón
en las eternas piedras del destino?
Esta breve reflexión sobre la poesía de Emilio Gómez Quintana que me he permitido la licencia de escribir en mi blog “Meditaciones y relatos” ha intentado, en primer lugar revisar sin ninguna metodología pero con ánimo esforzado las líneas poéticas que he leído en sus versos y en segundo lugar, hacer un ejercicio que pueda producirme el necesario estímulo para seguir avanzando en el análisis de la obra de mis poetas compañeros de red. Agradecería mucho recibir comentarios críticos sobre el mismo. Gracias anticipadas.
veinte de diciembre de 2009
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